el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

elpajarolibro.blogspot.fr

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martes, 11 de junio de 2013

Eso dicen los gorriones

Ilustración de la portadilla de mi primera novela (comenzada con 12 años)
"Acción en el arenal", cuyo ejemplar conservo preciosamente



Poeta al fin, lo mató un lirio

Puesto que la nieve siempre cae en copos, siempre que nieva, nieva copiosamente. ¿O  no?

Hay proyectos que fracasan faltos de medios, y es una pena. Hay proyectos que fracasan faltos de fines, y es una suerte.

Dios creó al hombre... y murió de parto

Yo si no sueño, me aburro de noche. Solo duermo porque sé que voy a soñar mucho. Y si no sueño me despierto. Yo duermo para soñar.

Nuestra gallina no siempre ponía huevos. A veces mandarinas, papas  o mamoncillos. Una vez puso un par de dados (traía los circulitos negros de los números, pero eran bastante redondos) y una vez hasta una manzana sonrosada. Recuerdo muy bien la pelota de golf. Tardamos años en saber lo que era.

Yo invento de memoria

Hay filmes con defectos especiales

Leo en el diccionario (una página abierta por casualidad):

BODE (Johan Elert), astrónomo alemán (Hamburgo, 1747-Berlín, 1826). Se le debe la ley empírica que lleva su nombre, según la cual si se le suma 4 a cada uno de los números 0, 3, 6, 12, 24, 48, 96, 192, se obtiene una serie de números sensiblemente proporcionales a las distancias que separan los planetas del Sol.

 
                                            Y no lo escribió Borges.

mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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