el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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miércoles, 22 de mayo de 2013

Mi contribución a la revista Contacto: una pequeña página de la historia literaria villaclareña




En reacción a la publicación de una vieja foto en mi página Facebook, mi antiguo condiscípulo y ex colega de luchas literarias juveniles, José Luis Rodríguez de Armas, me preguntaba:
"TE ACUERDAS CUANDO LUIS CABRERA QUERÍA METER -A TODA COSTA- UN CUENTO INFANTIL EN LA REVISTA CONTACTO DE LA BRIGADA HERMANOS SAÍZ DE VILLA CLARA. ESTO FUE EN 1982."  

No recuerdo eso, puesto que yo me fui de Santa Clara en julio de 1981 cuando el número 0 de Contacto solo estaba en imprenta, y aunque mantuve estrechos contactos con mis amigos y colegas villaclareños, seguí publicando en el periódico “Vanguardia” y participé en algunas actividades literarias de la provincia, no creo haber vuelto a participar en las reuniones del consejo de redacción del órgano de la BHS villaclareña. 

Por un descuido de la imprenta, la página de créditos de aquel número inaugural desapareció, borrándose así la prueba irrefutable de que fui no solo uno de los creadores de la revista, sino incluso su director. Carlos Alé asumió la dirección con mi partida a Santiago (en mi coche de aguas negras: un “colmillo blanco”; lujoso ómnibus japonés de marca Hino en que el aire acondicionado obligaba a los viajeros a incluir abrigo en su equipaje de mano). Nada más justo, puesto que su colaboración fue decisiva desde la primera reunión, no solo por la experiencia adquirida en los talleres del periódico provincial, donde trabajaba como formatista, sino por las dotes de editor que confirmaría en el futuro, en su calidad de piedra angular de publicaciones periódicas como “Brotes”, “Huella” y “Signos”, y de Ediciones Capiro.


Carlos y yo trabajamos intensamente en todos los detalles: de contenido, forma, nombres de los autores que publicaríamos... No recuerdo quienes eran los restantes integrantes del consejo editorial, y no tengo a mano el número 1, que podría esclarecer este punto; pero pienso que ya participaban algunos de los miembros más activos de la sección de literatura de la Brigada Hermanos Saíz (Mariana Pérez, Ricardo Riverón, José Luis Rodríguez de Armas y representantes de las otras secciones). Entre las diversas propuestas se impuso el nombre que yo defendía. Sin embargo, Carlos descartó uno de mis argumentos más ardientes: el logo que yo mismo había diseñado y que, creo recordar, se inspiraba demasiado fielmente en el de la revista juvenil de la República Democrática Alemana (Kontakt) a través de la que, precisamente, nos habíamos conocido. El logo nunca se publicó, pero lo describo en el párrafo final del breve editorial “Apenas introducir…”, que redacté, pero firma La Redacción: “Queremos ser un medio de expresión libre y comunicación estrecha –de ahí nuestros símbolos: la mano abierta y la mensajera paloma…”. 

El número 0 demoró mucho en prepararse y aún tardó seis meses en imprimirse (en el editorial aludo al burlón escepticismo generado por tan lenta gestación), pero su calidad –que mucho debió al profesionalismo de Carlos Alé y de Jorge Rodríguez Sosa que se esmeraron en el aspecto formal- fue saludada en todo el país. El hecho que todavía diez años después, se mantuvieran las mismas secciones iniciales, confirma lo maduro del concepto. Esas secciones se definían a sí mismas en aquel número inicial: “Perfil” (obras inéditas de autores destacados de la provincia), “Opción” y “Polémica”, (crítica y ensayo), “Huésped” (autores de otras provincias e incluso de otros países), “Taller” (obras en verso y prosa de los más jóvenes creadores), “Expediente” (currículo de los colaboradores), y otras que se explicaban por sí mismas: “Poemas”, Literatura para niños” y “Cuento”. Este primer número se excusaba de ser puramente literario pese a definirse como publicación de la Brigada Hermanos Saíz de Escritores y Artistas Jóvenes (cuyo Reglamento se incluía en las páginas finales) y prometía conceder mayor espacio a música, artes plásticas y escénicas en sus próximos números… algo que efectivamente hizo.

Que no fui el director de aquel número inaugural parecería confirmarlo una privet joke que incluí al final de la entrevista a Agustín de Rojas que firmé, como otros artículos de la época, con mi anagrama Leo J. Sorell. En la nota, el director le recordaba al entrevistador un dato que éste había supuestamente olvidado: incluso quienes sabían que Leo J. Sorell y Joel Rosell eran una misma persona, no advertirían que se trataba de un truco postmodernista mío para añadir una información en un texto ya diseñado). 

El caso es que para aquel primer número que me encapriché en que denominásemos 0, escogí mi preferido entre los cuentos infantiles que Luis Cabrera tenía terminados entonces (de “Narraciones de Jarahueca”, su primer libro, tardíamente publicado) y de mi firma me contenté con publicar un ensayito sobre literatura infantil “Crítica de una crítica falta de crítica” de manera que ésta se viese representada desde el primer número no solo con textos de creación, sino también de esa reflexión que tanto faltaba por aquellos tiempos en la prensa cultural cubana. De ello me quejaba en ese imperfecto estudio, que había presentado en uno de aquellos memorables Coloquios de la crítica de San Miguel de los Baños. Por una razón que ignoro, no volví a publicar en Contacto ¡hasta 1988!, cuando estrené la primera versión de “El paraguas amarillo”, el primer resultado de la que se convertiría en mi forma más característica de narrar (en privado la denomino “fantasía comprometida”).

Imagino que en 1982 Luis Cabrera entró en el consejo de redacción y continuó mi eterna pelea por la literatura infantil.
una foto de aquella época... en el periódico Vanguardia, de Santa Clara
otra foto de la época, durante un Sábado dlel Libro en Santa Clara. A la extrema izquierda José Luis Rodríguez de Armas, entonces especialista provincial de literatura, y el escritor Félix Luis Viera (al micrófono)

Lo cierto es que no he tenido demasiada suerte como editor; tras ser nombrado Director de Literatura de la provincia Santiago de Cuba, elaboré un proyecto de revista (muy parecido al de Contacto) que se quedó inédita cuando me marché a La Habana el 1 de enero de 1985. Sé que antes y después elaboré otros proyectos que naufragaron… o no. Por ejemplo, la página infantil “La Cigarra” de la revista Liberación que publicaba un colectivo de emigrados sudamericanos en Malmoë, Suecia, y de la que elaboré enteramente cuatro números (uno dedicado a América Latina, y los otros a Brasil, Cuba y Santa Clara). Pero eran solo cuatro páginas –ocho en uno de los números-, y fue solo casi 20 años más tarde (bien decía Gardel…) que conseguí realizarme como editor de una publicación realmente compleja: el Cuaderno de Alija n° 1, 2ª época. Lamentablemente… volví a marcharme dejando el material listo para un n°2 que se perdió en la abulia cuando “el amo” se montó en el caballo (con alas, de Lufthansa) y se fue con su ojo a otra parte… 
 

Cuadernos de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina) n°1, II época. Buenos Aires, 2004.

 
 
 
 
otras publicaciones que he editado:
 
página infantil “La Cigarra” de la revista Liberación (Malmoe, Suecia, años 93-94)
 
 

 
 
“Meñique”. Publicación mensual, y luego trimestral del Departamento Juvenil de la Biblioteca “Martí” de Santa Clara. Fui su editor entre 1976 y 1981. Posteriormente el boletín contó con pocas colaboraciones mías, pero conservó hasta mediados de los 90 el logo (dibujo y letrero) que diseñé a pedido de la directora de la sala unos 20 años antes.


Es verdad que no cambié “la vaca” por “la chiva”, pues dejé Buenos Aires por París… y aquí empecé a colaborar con un colectivo de gentes del Caribe que edita Ti-Woch magazine, una revista en francés enteramente destinada a los niños y centrada en la promoción de las culturas mestizas (creoles) del Caribe. Esta vez sí he conseguido ver el número 2 y trabajamos en el número 3 actualmente. Lentos, pero seguros como el Elefante… que no existe en el Caribe, pero es emblemático de nuestra Abuela Patria: África, y símbolo de buena memoria. No es que yo pueda ufanarme de mis archivos mentales, pero algo he tenido la precaución de anotar y conservar.


Los dos primeros números de la revista sobre culturas caribeñas destinadas a niños de 7 a 12 años (en francés): "Ti-woch magazine". El primer número presta especial atención a Guadalupe y el segundo a Martinica, ambos departamentos franceses de Ultramar. El número actualmente en preparación está dedicado a Haití y el siguiente prevemos dedicarlo a Cuba.

 

mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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