el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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lunes, 24 de abril de 2017

Un mar de cuentos para Bolivia


Hace tres años que se publicó este libro magnífico, pero solo ahora, a mi regreso de Cuba, he traído el ejemplar que me regalaron por ser uno de los autores reunidos en él.

“Te regalo el mar” es un proyecto de la Academia Boliviana de Literatura Infantil y Juvenil que, coordinado por Liliana de la Quintana y el escritor cubano Luis Cabrera Delgado como compilador se propuso ofrecer, en forma de libro, ese mar del que carece Bolivia desde la desgraciada Guerra del Pacífico que opuso a Bolivia, Perú y Chile y que terminó con la amputación de la parte de su territorio que llegaba al océano Pacífico.

Más de 90 autores e ilustradores de 20 países de América están presentes con sus textos (narrativa, poesía y otros) y dibujos que recrean, en diversos estilos, enfoques y tonos, esa maravilla de la naturaleza que es el mar y que los niños bolivianos solo pueden conocer –a diferencia de sus tátara-tatarabuelos- viajando al extranjero.

Luis Cabrera Delgado presenta el libro
en la librería Fayad Jamís de La Habana


La literatura, como dice Luis Cabrera Delgado en su prólogo, no puede corregir las injusticias
de la Historia
Pero puede poner un bálsamo en las almas de sus lectores
Como el mar..



ESTE CUENTO ES MI CONTRIBUCION AL LIBRO

Originalmente publicado en el periódico Sierra Maestra de Santiago de Cuba (a principios de los años 1980), lo retomé en el libro Sopa de sol y otros juegos de la imaginación (Tinta Fresca. Buenos Aires, 2011)


Está dedicado a la que fuera mi esposa, Josefa Hernández Azaret
quien fuera por entonces víctima de los desmanes de una envidiosa propotente.








Luis Cabrera y dos de los autores cubanos incluidos en la selección: Alberto Peraza y yo mismo






mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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