el mago del cuento... soy yo

el mago del cuento... soy yo
autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

elpajarolibro.blogspot.fr

elpajarolibro.blogspot.fr
mi principal blog: elpajarolibro.blogspot.fr

la lechuza me contó

La lechuza me contó

Editorial: Progreso, S. A. de C. V. (México)
Año de edición: 2004, Segunda Edición (2006, Reimpresión)
ISBN: 9789706415103
Colección: Rehilete
Formato: Libro
Terminado: Rústica
Tamaño: 13.5 x 20 cm.
Número de páginas: 57
Reseña: Dinosaurios, algas verdeazules, planetas tramposos, el ratón que se robó la hoja, hierbas que caminan y árboles que escriben… Estos y otros personajes extraordinarios se sucenden en estas historias “de los primeros lejanos tiempos de la Tierra”, cuando la lluvia era de colores, y había estrellas en el suelo y otras muchas maravillas.

Con fino sentido del humor y lenguaje poético, estas historias recogen personajes extraordinarios “de los primeros lejanos tiempos de la Tierra”, cuando la lluvia era de colores, había estrellas en el suelo y el Sol bajaba a correr entre las hierbas. Dinosaurios, algas verdeazules, planetas, flores, hierbas, hormigas y demás seres se pasean por estas páginas que son el resultado de la buena memoria de una lechuza. La lechuza me contó es el más original de los libros ecológicos. Después de leer sus ocho “fabulendas”, nuestra visión del mundo no volverá a ser la misma.
 

De los primeros lejanos tiempos la lechuza me contó
versión original: Santiago de Cuba. Editorial Oriente, 1987 
ilustraciónes Vicente Rodríguez Bonachea.


Hotzak kontatu zidan
Edición en euskera (vasco): Bilbao. Desclée, 2006
Ilustraciones del autor.



Algunas ilustraciones de la edición en vasco. Fueron los primeros dibujos que publiqué como parte de uno de mis libros. Lamentablemente, la reproducción en blanco y negro y en papel demasiado fino, deja mucho que desear en los ejemplares impresos.



"El regalo de las nubes"  

Triste era la noche con su cielo negro. Negro y enorme como un mundo negro.
Durante el día, la luz solar volvía azul el espacio y por él corrían las aves contentas, las abejas constructoras y las mariposas artistas. Y debajo lucían más el verde, el blanco, el rojo y los colores todos de las cosas, los animales y las plantas.
Y más azul era el mar, que se miraba en el cielo y se encontraba tan hermoso que se ponía a cantar.
Alegre era el día, muy alegre.
Tanto como triste era la noche.
Porque entonces el cielo era negro y la tierra era negra, y el mar también era negro y cantaba, pero no de contento sino un largo lamento (...)



"La hazaña de las babosas"

Hubo un tiempo en que las nubes tenían diferentes colores, y llovían con esos colores sobre la tierra.
¡Linda era aquella lluvia con sus gotas rojas, amarillas, verdes y hasta violetas! Daba gusto mirarla: era como una lluvia de pétalos de flores.
Pero cuando escampaba, los colores quedaban mezclados en un feo y oscuro fango que cubría los animales, las plantas y las cosas.
Y plantas, animales y cosas tenían que esperar a que el Sol saliera de entre las nubes multicolores y secara el agua, volviendo todo a ser como antes.
Pero cuando el Sol fue castigado a no bajar a la tierra, desde arriba le tomaba mucho tiempo secar y devolver a cada nube el agua de su color. Y las plantas, los animales y las cosas ya no encontraron linda la lluvia de colores, porque después de ella, todo era como un mundo de fango, oscuro y feo (...)



"El cuento de las lechuzas"

(...) El dinosaurio es un animal que no vive ya. Tuvo que morirse porque era muy grande y muy friolento, y en la Tierra ya no había bastante calor y alimentos para él. Pero el dinosaurio, que era el animal más sabio de su tiempo, no se preocupó demasiado por tener que irse. Su última acción fue buscar a las lechuzas, que pertenecían al tiempo nuevo, y explicarles que la historia del mundo estaba escrita en los troncos de los árboles. Y en una hoja de papel puso la forma en que debía leerse, para entender, lo escrito en los árboles con arrugas misteriosas e infinitas.
Y por ser tan difícil, el dinosaurio entregó a las lechuzas el papel donde explicaba cómo leer y escribir en los troncos de los árboles.
Pero el ratón engañó a las lechuzas y robó el secreto. No porque le gustara aprender; que los ratones de entonces, como los de ahora, no han sabido hacer otra cosa que comer. El ratón se robó la hoja de papel, que era la única que existía en aquellos tiempos lejanos, para comérsela. Nada más que para eso (...)

Esta es la versión original de "La gran rosa blanca", el primero de los cuentos de este libro. Lo concebí en 1979, inspirado por la guerra entre Somalia y Etiopía que, según el gobierno cubano y su prensa era una guerra fratricida alentada por el Imperialismo Yanqui. Afortunadamente supe elevarme sobre las coyunturas ideológicas y de la época para concebir mi primer cuento entre mágico y alegórico.




La mayoría de mis libros tienen su mascota: un juguete, un adorno, un dibujo, una joya… que he comprado, que me han regalado o que he fabricado yo mismo, y que me sirve para “materializar” lo que normalmente no es más que un montón de páginas y algunos miles de palabras… hasta que un lector abre el libro y lo lee, que entonces se convierte en lo que el lector quiera: un fuego de artificio, una aventura, un concierto, una alegría inmensa, una prolongación de sí mismo o un descubrimiento).

Esta pequeña lechuza de resina que compré en alguna tienda más o menos kitsch (no recuerdo dónde: España, tal vez) acompaña tres versiones de un mismo libro: “De los primeros lejanos tiempos la lechuza me contó” fue mi segundo libro publicado (Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1987). En 2004 la editorial mexicana Progreso publicó una segunda versión, ampliada y corregida, con el título recortado: “La lechuza me contó”, y dos años después salió la traducción al vasco (euskera) “Honzak kontatu zidan” que es el primer libro completamente ilustrado por mí.

mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

Seguidores