el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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martes, 6 de enero de 2015

LOS CUENTOS DEL MAGO Y EL MAGO DEL CUENTO CUMPLE 20 AÑOS

ilustración de Francisco Meléndez para la edición española

En 1987 yo escribía en blanco y negro, en “mono”, en dos dimensiones...

Pero ese año publiqué mi segundo libro y escribí "El paraguas amarillo”, primero de los cuento que integrarían Era uma vez um jovem mago (Editora Moderna. Sao Paulo, 1991) y su versión definitiva Los cuentos del mago y el mago del cuento (Ediciones de la Torre. Madrid, 1995). 


segunda edición en castellano
Ediciones de la Torre
Madrid, 2005
primera de las cuatro ediciciones brasileñas
Editora Moderna
Sao Paulo, 1991


 
 En aquel cuento, que estrenó la revista Contacto (Santa Clara, Cuba, 1990) y reapareció como álbum ilustrado (Kalandraka, Pontevedra) 23 años después, di mi “gran salto adelante”, perdí la miopía, los “gallos” de la garganta y la autocensura. 

Primera ilustración "mundial" para El paraguas amarillo, hecha en julio de 1991 por el artista francés residente en Brasil Pierre Barbeau. Fue un regalo de mi esposa de entonces y me ha acompañado todos estos años, con su gran marco azul, desde una pared de mis apartamentos en Río de Janeiro, Copenhague y París.

En 1987, tras un viaje a Ecuador que me sacudió y la película "Amadeus", que me estremeció, dejé de hacer simplemente narraciones PARA NIÑOS y comencé a hacer LITERATURA infantil; donde el niño no es destinatario sino inspiración, y la prosa –estereofónica- suena simultánea, pero diferentemente, en los oídos de chicos y grandes. Dejé de pretender ocuparme solo de lo que interesaba y convenía a los chicos como lectura y comencé a hablar de lo que nos puede implicar a todos, sea cual sea nuestra edad… guiado por un cierto espíritu de infancia. 
ilustración de David Rodriguez (no publicada en libro)

mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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