EL VIEJITO UNDIENTE
a Fernando Lobato Rey
El viejito Undiente es abuelo de todos los niños de País Leído. Al principio tuvo de nieto al hijo de su hijo, como todo el mundo, pero después de que este niño (Ertico se llama) le contó a sus amiguitos las cosas maravillosas de su abuelo, todos los amiguitos quisieron ser nietos de Undiente, y después los amiguitos de los amiguitos, y a continuación los amiguitos de los amiguitos de los amiguitos... Hasta que todos los niños de País Leído fueron nietos del viejito Undiente.
“Pero...”, dirán las personas
sensatas, “¿Qué puede haber de maravilloso en un sujeto que ni siquiera dispone
de una buena dentadura postiza? Porque eso de andar un viejazo con un solo
diente, como si fuera un bebito...”
A lo mejor tú piensas, como yo, que el valor de una
persona no está en la cantidad de dientes, de pelo, de juguetes o zapatos que
tenga. Pero el colmo es que el diente de Undiente no es ni siquiera SU diente.
La dentadura entera la perdió comiendo maíz tostado,
y ese cuadradito blanco que luce solitario en su sonrisa es uno que le consigue
su amigo el ratón Bueno.
Cada noche, el bendito roedor sale a recorrer las
casas donde hay niños en edad de perder sus dientes de leche, para
cambiárselos, con la Magia de la Almohada, por un centavo reluciente.
El problema es que ya los niños no esconden sus
dientes de leche. Porque nadie les habla de la Magia de la Almohada, porque no
creen en el ratón Bueno, o simplemente porque nadie aprecia hoy los centavos,
por relucientes que sean.
Por eso el viejito, que antes podía lucir treinta y
dos cuadraditos blancos, ahora sólo lleva en la boca un diente de leche.
Y eso gracias a que todavía, de vez en cuando, uno
que otro niño de País Leído guarda dientes bajo la almohada, en espera del
ratón Bueno.
Un centavo es poca cosa. No sirve para comprar una
dentadura postiza, dos pares de zapatos, tres montones de juguetes o para abrir
una cuenta en el banco más chiquito.
Pero un centavo basta para conseguir el pedacito de
felicidad con que el viejito Undiente les sonríe a los niños de País Leído.
(La Habana, 1987)
Tomado de “Sopa de sol y otros
juegos de la imaginación”. Buenos Aires. Editorial Tinta Fresca, 2011
http://cuentosdelmagodelcuento.blogspot.fr/p/sopa-de-sol.html
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