Los cuentos del mago y el mago del cuento es el libro donde Joel Franz Rosell aprendió a escribir... Un espacio para explicar y compartir mis cuentos y los libros que los recogen. Entre otras cosas.
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el mago del cuento... soy yo
sábado, 2 de agosto de 2014
lunes, 28 de julio de 2014
Tortkuduk y la risa boba
dibujo no utilizado para el primer libro que ilustré: "Hontzak kontatu zidan" (Desclée. Bilbao, 2006) |
Acabo de tener un espléndido ataque de risa boba, yo solo en mi casa, al
tratar de pronunciar « Tortkuduk ». ¿Y qué necesidad tengo yo de
pronunciar “tortkuduk”? Pues precisamente, ¡ese es el kid de la cuestión! No
tengo ninguna necesidad de pronunciar semejante palabra y no tendré
probablemente en mi vida ninguna oportunidad de hacerlo. Encontré esa palabra
en un artículo sobre las reservas mundiales de uranio fisible (en riguroso
déficit dentro de 30 años). Tortkuduk (logro escribirlo sin esbozar siquiera
una sonrisa) es una mina de Kazajstán, antigua república soviética del centro
de Asia que contiene la segunda reserva mundial (después de Australia) del
radiactivo mineral. ¿Y por qué me interesan las reservas de uranio? Pues por
nada, por saber. La nota está en un número de diciembre de 2012 que descubrí en
mi salón (es una manera de hablar, pues si mi apartamento mide 33 m2,
ninguna de sus piezas es digna de ostentar un sufijo aumentativo), de la
revista de divulgación científica francesa Sciences et avenir (Ciencia y
Futuro). ¡¿Y tú lees revistas científicas?! exclamarán asombrados los que saben
que numerosas veces llevé Matemáticas, Física y Química a extraordinario o
arrastre, cuando no me obligaron a repetir el año. Pues sí, sobre todo cuando
la tapa de la revista anuncia un prometedor trabajo sobre el espacio (en este
caso los “agujeros negros”.
“Este muchacho no tiene fundamento”, diría mi tía Estrella, sacudiendo
tristemente la cabeza. “¡Agujero negro tienes tú en el cerebro!” replicaría
enfurecido mi amigo Ramonín.
¡Na’ -diría el elefantico del cuento- elefantadas mías!
jueves, 21 de noviembre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
Cuentos del mago y el mago del cuento en Colombia
Estuve en Colombia del 12 al 23 de septiembre pasados, invitado a la VII Fiesta del Libro y la Cultura, al XXII Seminario de Literatura Infantil y al XXI Juego Literario, todo en Medellín.
Mi agenda incluyó una conferencia en el Seminario, talleres en el Seminario y en el Encuentro de Abuelos Cuentacuentos y visitas a varios colegios.
Leo uno de mis cuentos a los alumnos del colegio de Santa Elena |
En el colegio Montesori de Medellín, me reuní con alumnos de ste colegio y del "Cumbres".
Unos y otros me regalaron dibujos y textos en los que recrean el tercer título de mi bibliografía en español, Los cuentos del mago y el mago del cuento
ilustraciones del cuento "Sueños"
recreación de "Sueños"
ilustración de "¡Socorro, se hunde la casa!"
Recreaciones de "Historia Musical"
Los alumnos del colegio Cumbre me regalaron un montón de preciosos marcadores.
Hechos con los mensajes dibujados que prepararon para mi tras leer mis libros "Los cuentos del mago y el mago del cuento", "Pájaros en la cabeza", "La canción del castillo de arena"' y "El pájaro libro", "La lechuza me contó" y "Don Agapito el apenado". Todos los marcadores son preciosos, solo presento aquí una pequeña muestra de los que conservo. He ido regalando a mis mejores amigos los que menos me gustan... con lo que no maltrato a mis amigos pues como ya dije, todos son preciosos.
Dos instantáneas de mi visita al colegio Santa Elena
También viajé a Bogotá y visité el Liceo Francés donde también dialogué con los chicos acerca de mi obra y sobre la esclavitud (tema de mi novela "La leyenda de Taita Osongo" -publicada en Francia, México, Brasil, Cuba y Argentina) ya que esa cuestión está en el programa y este año algunas clases van a visitar el Palenque San Basilio, uno de los raros lugares de América Latina donde se conversa un legado materaial y cultural de los asentamientos de cimarrones. También hice un taller sobre la escritura de diarios de viajes y otro sobre la utilización de la literatura infantil en la escuela (éste para profesores).
Durante mi viaje también salté a Bogotá para hacer unos talleres y encuentros con los chicos del liceo francés de la capital. |
martes, 13 de agosto de 2013
un cuento para el verano: El viejito Undiente
EL VIEJITO UNDIENTE
a Fernando Lobato Rey
El viejito Undiente es abuelo de todos los niños de País Leído. Al principio tuvo de nieto al hijo de su hijo, como todo el mundo, pero después de que este niño (Ertico se llama) le contó a sus amiguitos las cosas maravillosas de su abuelo, todos los amiguitos quisieron ser nietos de Undiente, y después los amiguitos de los amiguitos, y a continuación los amiguitos de los amiguitos de los amiguitos... Hasta que todos los niños de País Leído fueron nietos del viejito Undiente.
“Pero...”, dirán las personas
sensatas, “¿Qué puede haber de maravilloso en un sujeto que ni siquiera dispone
de una buena dentadura postiza? Porque eso de andar un viejazo con un solo
diente, como si fuera un bebito...”
A lo mejor tú piensas, como yo, que el valor de una
persona no está en la cantidad de dientes, de pelo, de juguetes o zapatos que
tenga. Pero el colmo es que el diente de Undiente no es ni siquiera SU diente.
La dentadura entera la perdió comiendo maíz tostado,
y ese cuadradito blanco que luce solitario en su sonrisa es uno que le consigue
su amigo el ratón Bueno.
Cada noche, el bendito roedor sale a recorrer las
casas donde hay niños en edad de perder sus dientes de leche, para
cambiárselos, con la Magia de la Almohada, por un centavo reluciente.
El problema es que ya los niños no esconden sus
dientes de leche. Porque nadie les habla de la Magia de la Almohada, porque no
creen en el ratón Bueno, o simplemente porque nadie aprecia hoy los centavos,
por relucientes que sean.
Por eso el viejito, que antes podía lucir treinta y
dos cuadraditos blancos, ahora sólo lleva en la boca un diente de leche.
Y eso gracias a que todavía, de vez en cuando, uno
que otro niño de País Leído guarda dientes bajo la almohada, en espera del
ratón Bueno.
Un centavo es poca cosa. No sirve para comprar una
dentadura postiza, dos pares de zapatos, tres montones de juguetes o para abrir
una cuenta en el banco más chiquito.
Pero un centavo basta para conseguir el pedacito de
felicidad con que el viejito Undiente les sonríe a los niños de País Leído.
(La Habana, 1987)
Tomado de “Sopa de sol y otros
juegos de la imaginación”. Buenos Aires. Editorial Tinta Fresca, 2011
http://cuentosdelmagodelcuento.blogspot.fr/p/sopa-de-sol.html
martes, 11 de junio de 2013
Eso dicen los gorriones
Ilustración de la portadilla de mi primera novela (comenzada con 12 años) "Acción en el arenal", cuyo ejemplar conservo preciosamente |
Poeta al fin, lo
mató un lirio
Puesto que la nieve siempre cae en copos, siempre que nieva, nieva
copiosamente. ¿O no?
Hay proyectos que fracasan faltos de medios, y es una pena. Hay proyectos
que fracasan faltos de fines, y es una suerte.
Dios creó al
hombre... y murió de parto
Yo si no sueño, me aburro de noche. Solo duermo porque sé que voy a soñar mucho. Y si no
sueño me despierto.
Yo duermo para soñar.
Nuestra
gallina no siempre ponía huevos. A veces mandarinas, papas o mamoncillos. Una vez puso un par de dados
(traía los circulitos negros de los números, pero eran bastante redondos) y una
vez hasta una manzana sonrosada. Recuerdo muy bien la pelota de golf. Tardamos
años en saber lo que era.
Yo invento de
memoria
Hay filmes
con defectos especiales
Leo en el
diccionario (una página abierta por casualidad):
BODE (Johan Elert), astrónomo alemán
(Hamburgo, 1747-Berlín, 1826). Se le debe la ley empírica que lleva su nombre,
según la cual si se le suma 4 a cada uno de los números 0, 3, 6, 12, 24, 48,
96, 192, se obtiene una serie de números sensiblemente proporcionales a las
distancias que separan los planetas del Sol.
Y no lo escribió Borges.
miércoles, 22 de mayo de 2013
Mi contribución a la revista Contacto: una pequeña página de la historia literaria villaclareña
En reacción a la publicación de una vieja foto en mi página Facebook, mi
antiguo condiscípulo y ex colega de luchas literarias juveniles, José Luis
Rodríguez de Armas, me preguntaba:
"TE ACUERDAS CUANDO LUIS CABRERA QUERÍA METER -A TODA COSTA- UN CUENTO
INFANTIL EN LA REVISTA CONTACTO DE LA BRIGADA HERMANOS SAÍZ DE
VILLA CLARA. ESTO FUE EN 1982."
No recuerdo eso, puesto
que yo me fui de Santa Clara en julio de 1981 cuando el número 0 de Contacto
solo estaba en imprenta, y aunque mantuve estrechos contactos con mis amigos y
colegas villaclareños, seguí publicando en el periódico “Vanguardia” y
participé en algunas actividades literarias de la provincia, no creo haber
vuelto a participar en las reuniones del consejo de redacción del órgano de la
BHS villaclareña.
Por un descuido de la imprenta, la página de créditos de aquel número
inaugural desapareció, borrándose así la prueba irrefutable de que fui no solo
uno de los creadores de la revista, sino incluso su director. Carlos Alé asumió
la dirección con mi partida a Santiago (en mi coche de aguas negras: un
“colmillo blanco”; lujoso ómnibus japonés de marca Hino en que el aire
acondicionado obligaba a los viajeros a incluir abrigo en su equipaje de mano).
Nada más justo, puesto que su colaboración fue decisiva desde la primera
reunión, no solo por la experiencia adquirida en los talleres del periódico
provincial, donde trabajaba como formatista, sino por las dotes de editor que
confirmaría en el futuro, en su calidad de piedra angular de publicaciones
periódicas como “Brotes”, “Huella” y “Signos”, y de Ediciones Capiro.
Carlos y yo trabajamos intensamente en todos los detalles: de contenido,
forma, nombres de los autores que publicaríamos... No recuerdo quienes eran los
restantes integrantes del consejo editorial, y no tengo a mano el número 1, que
podría esclarecer este punto; pero pienso que ya participaban algunos de los
miembros más activos de la sección de literatura de la Brigada Hermanos Saíz (Mariana
Pérez, Ricardo Riverón, José Luis Rodríguez de Armas y representantes de las
otras secciones). Entre las diversas propuestas se impuso el nombre que yo
defendía. Sin embargo, Carlos descartó uno de mis argumentos más ardientes: el
logo que yo mismo había diseñado y que, creo recordar, se inspiraba demasiado
fielmente en el de la revista juvenil de la República Democrática Alemana
(Kontakt) a través de la que, precisamente, nos habíamos conocido. El logo
nunca se publicó, pero lo describo en el párrafo final del breve editorial
“Apenas introducir…”, que redacté, pero firma La Redacción: “Queremos ser un
medio de expresión libre y comunicación estrecha –de ahí nuestros símbolos: la
mano abierta y la mensajera paloma…”.
El número 0 demoró mucho en prepararse y aún tardó seis meses en imprimirse
(en el editorial aludo al burlón escepticismo generado por tan lenta gestación),
pero su calidad –que mucho debió al profesionalismo de Carlos Alé y de Jorge
Rodríguez Sosa que se esmeraron en el aspecto formal- fue saludada en todo el
país. El hecho que todavía diez años después, se mantuvieran las mismas
secciones iniciales, confirma lo maduro del concepto. Esas secciones se
definían a sí mismas en aquel número inicial: “Perfil” (obras inéditas de
autores destacados de la provincia), “Opción” y “Polémica”, (crítica y ensayo),
“Huésped” (autores de otras provincias e incluso de otros países), “Taller”
(obras en verso y prosa de los más jóvenes creadores), “Expediente” (currículo
de los colaboradores), y otras que se explicaban por sí mismas: “Poemas”,
Literatura para niños” y “Cuento”. Este primer número se excusaba de ser
puramente literario pese a definirse como publicación de la Brigada Hermanos
Saíz de Escritores y Artistas Jóvenes (cuyo Reglamento se incluía en las
páginas finales) y prometía conceder mayor espacio a música, artes plásticas y
escénicas en sus próximos números… algo que efectivamente hizo.
Que no fui el director de aquel número inaugural parecería confirmarlo una privet joke que incluí al final de la entrevista a Agustín de
Rojas que firmé, como otros artículos de la época, con mi anagrama Leo J.
Sorell. En la nota, el director le recordaba al entrevistador un dato que éste
había supuestamente olvidado: incluso quienes sabían que Leo J. Sorell y Joel
Rosell eran una misma persona, no advertirían que se trataba de un truco
postmodernista mío para añadir una información en un texto ya diseñado).
El caso es que para aquel primer número que me encapriché en que
denominásemos 0, escogí mi preferido entre los cuentos infantiles que Luis
Cabrera tenía terminados entonces (de “Narraciones de Jarahueca”, su primer
libro, tardíamente publicado) y de mi firma me contenté con publicar un
ensayito sobre literatura infantil “Crítica de una crítica falta de crítica” de
manera que ésta se viese representada desde el primer número no solo con textos
de creación, sino también de esa reflexión que tanto faltaba por aquellos
tiempos en la prensa cultural cubana. De ello me quejaba en ese imperfecto
estudio, que había presentado en uno de aquellos memorables Coloquios
de la crítica de San Miguel de los Baños. Por una razón que
ignoro, no volví a publicar en Contacto ¡hasta 1988!, cuando estrené la primera
versión de “El paraguas amarillo”, el primer resultado de la que se convertiría
en mi forma más característica de narrar (en privado la denomino “fantasía
comprometida”).
Imagino que en 1982 Luis Cabrera entró en el consejo de redacción y continuó
mi eterna pelea por la literatura infantil.
una foto de aquella época... en el periódico Vanguardia, de Santa Clara |
Lo cierto es que no he tenido demasiada suerte como editor; tras ser
nombrado Director de Literatura de la provincia Santiago de Cuba, elaboré un
proyecto de revista (muy parecido al de Contacto) que se quedó inédita cuando
me marché a La Habana el 1 de enero de 1985. Sé que antes y después elaboré
otros proyectos que naufragaron… o no. Por ejemplo, la página infantil “La
Cigarra” de la revista Liberación que publicaba un colectivo de emigrados
sudamericanos en Malmoë, Suecia, y de la que elaboré enteramente cuatro números
(uno dedicado a América Latina, y los otros a Brasil, Cuba y Santa Clara). Pero
eran solo cuatro páginas –ocho en uno de los números-, y fue solo casi 20 años
más tarde (bien decía Gardel…) que conseguí realizarme como editor de una
publicación realmente compleja: el Cuaderno de Alija n° 1, 2ª época. Lamentablemente…
volví a marcharme dejando el material listo para un n°2 que se perdió en la
abulia cuando “el amo” se montó en el caballo (con alas, de Lufthansa) y se fue
con su ojo a otra parte…
Cuadernos de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina) n°1, II época. Buenos Aires, 2004.
otras publicaciones que he editado:
página infantil “La Cigarra” de la revista Liberación (Malmoe, Suecia, años 93-94)
“Meñique”. Publicación mensual, y luego trimestral del Departamento Juvenil de la Biblioteca “Martí” de Santa Clara. Fui su editor entre 1976 y 1981. Posteriormente el boletín contó con pocas colaboraciones mías, pero conservó hasta mediados de los 90 el logo (dibujo y letrero) que diseñé a pedido de la directora de la sala unos 20 años antes.
Es verdad que no cambié “la vaca” por “la chiva”, pues dejé Buenos Aires por París… y aquí empecé a colaborar con un colectivo de gentes del Caribe que edita Ti-Woch magazine, una revista en francés enteramente destinada a los niños y centrada en la promoción de las culturas mestizas (creoles) del Caribe. Esta vez sí he conseguido ver el número 2 y trabajamos en el número 3 actualmente. Lentos, pero seguros como el Elefante… que no existe en el Caribe, pero es emblemático de nuestra Abuela Patria: África, y símbolo de buena memoria. No es que yo pueda ufanarme de mis archivos mentales, pero algo he tenido la precaución de anotar y conservar.
Los dos primeros números de la revista sobre culturas caribeñas destinadas a niños de 7 a 12 años (en francés): "Ti-woch magazine". El primer número presta especial atención a Guadalupe y el segundo a Martinica, ambos departamentos franceses de Ultramar. El número actualmente en preparación está dedicado a Haití y el siguiente prevemos dedicarlo a Cuba.
Los dos primeros números de la revista sobre culturas caribeñas destinadas a niños de 7 a 12 años (en francés): "Ti-woch magazine". El primer número presta especial atención a Guadalupe y el segundo a Martinica, ambos departamentos franceses de Ultramar. El número actualmente en preparación está dedicado a Haití y el siguiente prevemos dedicarlo a Cuba.
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mi primera máquina (1975-1979)
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.
traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Datos personales
- Joel Franz Rosell
- Auteur et illustrateur pour la jeunesse, né à Cuba et naturalisé Français: Auteur de 38 livres