En reacción a la publicación de una vieja foto en mi página Facebook, mi
antiguo condiscípulo y ex colega de luchas literarias juveniles, José Luis
Rodríguez de Armas, me preguntaba:
"TE ACUERDAS CUANDO LUIS CABRERA QUERÍA METER -A TODA COSTA- UN CUENTO
INFANTIL EN LA REVISTA CONTACTO DE LA BRIGADA HERMANOS SAÍZ DE
VILLA CLARA. ESTO FUE EN 1982."
No recuerdo eso, puesto
que yo me fui de Santa Clara en julio de 1981 cuando el número 0 de Contacto
solo estaba en imprenta, y aunque mantuve estrechos contactos con mis amigos y
colegas villaclareños, seguí publicando en el periódico “Vanguardia” y
participé en algunas actividades literarias de la provincia, no creo haber
vuelto a participar en las reuniones del consejo de redacción del órgano de la
BHS villaclareña.
Por un descuido de la imprenta, la página de créditos de aquel número
inaugural desapareció, borrándose así la prueba irrefutable de que fui no solo
uno de los creadores de la revista, sino incluso su director. Carlos Alé asumió
la dirección con mi partida a Santiago (en mi coche de aguas negras: un
“colmillo blanco”; lujoso ómnibus japonés de marca Hino en que el aire
acondicionado obligaba a los viajeros a incluir abrigo en su equipaje de mano).
Nada más justo, puesto que su colaboración fue decisiva desde la primera
reunión, no solo por la experiencia adquirida en los talleres del periódico
provincial, donde trabajaba como formatista, sino por las dotes de editor que
confirmaría en el futuro, en su calidad de piedra angular de publicaciones
periódicas como “Brotes”, “Huella” y “Signos”, y de Ediciones Capiro.
Carlos y yo trabajamos intensamente en todos los detalles: de contenido,
forma, nombres de los autores que publicaríamos... No recuerdo quienes eran los
restantes integrantes del consejo editorial, y no tengo a mano el número 1, que
podría esclarecer este punto; pero pienso que ya participaban algunos de los
miembros más activos de la sección de literatura de la Brigada Hermanos Saíz (Mariana
Pérez, Ricardo Riverón, José Luis Rodríguez de Armas y representantes de las
otras secciones). Entre las diversas propuestas se impuso el nombre que yo
defendía. Sin embargo, Carlos descartó uno de mis argumentos más ardientes: el
logo que yo mismo había diseñado y que, creo recordar, se inspiraba demasiado
fielmente en el de la revista juvenil de la República Democrática Alemana
(Kontakt) a través de la que, precisamente, nos habíamos conocido. El logo
nunca se publicó, pero lo describo en el párrafo final del breve editorial
“Apenas introducir…”, que redacté, pero firma La Redacción: “Queremos ser un
medio de expresión libre y comunicación estrecha –de ahí nuestros símbolos: la
mano abierta y la mensajera paloma…”.
El número 0 demoró mucho en prepararse y aún tardó seis meses en imprimirse
(en el editorial aludo al burlón escepticismo generado por tan lenta gestación),
pero su calidad –que mucho debió al profesionalismo de Carlos Alé y de Jorge
Rodríguez Sosa que se esmeraron en el aspecto formal- fue saludada en todo el
país. El hecho que todavía diez años después, se mantuvieran las mismas
secciones iniciales, confirma lo maduro del concepto. Esas secciones se
definían a sí mismas en aquel número inicial: “Perfil” (obras inéditas de
autores destacados de la provincia), “Opción” y “Polémica”, (crítica y ensayo),
“Huésped” (autores de otras provincias e incluso de otros países), “Taller”
(obras en verso y prosa de los más jóvenes creadores), “Expediente” (currículo
de los colaboradores), y otras que se explicaban por sí mismas: “Poemas”,
Literatura para niños” y “Cuento”. Este primer número se excusaba de ser
puramente literario pese a definirse como publicación de la Brigada Hermanos
Saíz de Escritores y Artistas Jóvenes (cuyo Reglamento se incluía en las
páginas finales) y prometía conceder mayor espacio a música, artes plásticas y
escénicas en sus próximos números… algo que efectivamente hizo.
Que no fui el director de aquel número inaugural parecería confirmarlo una privet joke que incluí al final de la entrevista a Agustín de
Rojas que firmé, como otros artículos de la época, con mi anagrama Leo J.
Sorell. En la nota, el director le recordaba al entrevistador un dato que éste
había supuestamente olvidado: incluso quienes sabían que Leo J. Sorell y Joel
Rosell eran una misma persona, no advertirían que se trataba de un truco
postmodernista mío para añadir una información en un texto ya diseñado).
El caso es que para aquel primer número que me encapriché en que
denominásemos 0, escogí mi preferido entre los cuentos infantiles que Luis
Cabrera tenía terminados entonces (de “Narraciones de Jarahueca”, su primer
libro, tardíamente publicado) y de mi firma me contenté con publicar un
ensayito sobre literatura infantil “Crítica de una crítica falta de crítica” de
manera que ésta se viese representada desde el primer número no solo con textos
de creación, sino también de esa reflexión que tanto faltaba por aquellos
tiempos en la prensa cultural cubana. De ello me quejaba en ese imperfecto
estudio, que había presentado en uno de aquellos memorables Coloquios
de la crítica de San Miguel de los Baños. Por una razón que
ignoro, no volví a publicar en Contacto ¡hasta 1988!, cuando estrené la primera
versión de “El paraguas amarillo”, el primer resultado de la que se convertiría
en mi forma más característica de narrar (en privado la denomino “fantasía
comprometida”).
Imagino que en 1982 Luis Cabrera entró en el consejo de redacción y continuó
mi eterna pelea por la literatura infantil.
una foto de aquella época... en el periódico Vanguardia, de Santa Clara |
Lo cierto es que no he tenido demasiada suerte como editor; tras ser
nombrado Director de Literatura de la provincia Santiago de Cuba, elaboré un
proyecto de revista (muy parecido al de Contacto) que se quedó inédita cuando
me marché a La Habana el 1 de enero de 1985. Sé que antes y después elaboré
otros proyectos que naufragaron… o no. Por ejemplo, la página infantil “La
Cigarra” de la revista Liberación que publicaba un colectivo de emigrados
sudamericanos en Malmoë, Suecia, y de la que elaboré enteramente cuatro números
(uno dedicado a América Latina, y los otros a Brasil, Cuba y Santa Clara). Pero
eran solo cuatro páginas –ocho en uno de los números-, y fue solo casi 20 años
más tarde (bien decía Gardel…) que conseguí realizarme como editor de una
publicación realmente compleja: el Cuaderno de Alija n° 1, 2ª época. Lamentablemente…
volví a marcharme dejando el material listo para un n°2 que se perdió en la
abulia cuando “el amo” se montó en el caballo (con alas, de Lufthansa) y se fue
con su ojo a otra parte…
Cuadernos de ALIJA (Asociación de Literatura Infantil y Juvenil de Argentina) n°1, II época. Buenos Aires, 2004.
otras publicaciones que he editado:
página infantil “La Cigarra” de la revista Liberación (Malmoe, Suecia, años 93-94)
“Meñique”. Publicación mensual, y luego trimestral del Departamento Juvenil de la Biblioteca “Martí” de Santa Clara. Fui su editor entre 1976 y 1981. Posteriormente el boletín contó con pocas colaboraciones mías, pero conservó hasta mediados de los 90 el logo (dibujo y letrero) que diseñé a pedido de la directora de la sala unos 20 años antes.
Es verdad que no cambié “la vaca” por “la chiva”, pues dejé Buenos Aires por París… y aquí empecé a colaborar con un colectivo de gentes del Caribe que edita Ti-Woch magazine, una revista en francés enteramente destinada a los niños y centrada en la promoción de las culturas mestizas (creoles) del Caribe. Esta vez sí he conseguido ver el número 2 y trabajamos en el número 3 actualmente. Lentos, pero seguros como el Elefante… que no existe en el Caribe, pero es emblemático de nuestra Abuela Patria: África, y símbolo de buena memoria. No es que yo pueda ufanarme de mis archivos mentales, pero algo he tenido la precaución de anotar y conservar.
Los dos primeros números de la revista sobre culturas caribeñas destinadas a niños de 7 a 12 años (en francés): "Ti-woch magazine". El primer número presta especial atención a Guadalupe y el segundo a Martinica, ambos departamentos franceses de Ultramar. El número actualmente en preparación está dedicado a Haití y el siguiente prevemos dedicarlo a Cuba.
Los dos primeros números de la revista sobre culturas caribeñas destinadas a niños de 7 a 12 años (en francés): "Ti-woch magazine". El primer número presta especial atención a Guadalupe y el segundo a Martinica, ambos departamentos franceses de Ultramar. El número actualmente en preparación está dedicado a Haití y el siguiente prevemos dedicarlo a Cuba.