Los cuentos del mago y el mago del cuento es el libro donde Joel Franz Rosell aprendió a escribir... Un espacio para explicar y compartir mis cuentos y los libros que los recogen. Entre otras cosas.
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el mago del cuento... soy yo
jueves, 21 de noviembre de 2013
miércoles, 16 de octubre de 2013
Cuentos del mago y el mago del cuento en Colombia
Estuve en Colombia del 12 al 23 de septiembre pasados, invitado a la VII Fiesta del Libro y la Cultura, al XXII Seminario de Literatura Infantil y al XXI Juego Literario, todo en Medellín.
Mi agenda incluyó una conferencia en el Seminario, talleres en el Seminario y en el Encuentro de Abuelos Cuentacuentos y visitas a varios colegios.
Leo uno de mis cuentos a los alumnos del colegio de Santa Elena |
En el colegio Montesori de Medellín, me reuní con alumnos de ste colegio y del "Cumbres".
Unos y otros me regalaron dibujos y textos en los que recrean el tercer título de mi bibliografía en español, Los cuentos del mago y el mago del cuento
ilustraciones del cuento "Sueños"
recreación de "Sueños"
ilustración de "¡Socorro, se hunde la casa!"
Recreaciones de "Historia Musical"
Los alumnos del colegio Cumbre me regalaron un montón de preciosos marcadores.
Hechos con los mensajes dibujados que prepararon para mi tras leer mis libros "Los cuentos del mago y el mago del cuento", "Pájaros en la cabeza", "La canción del castillo de arena"' y "El pájaro libro", "La lechuza me contó" y "Don Agapito el apenado". Todos los marcadores son preciosos, solo presento aquí una pequeña muestra de los que conservo. He ido regalando a mis mejores amigos los que menos me gustan... con lo que no maltrato a mis amigos pues como ya dije, todos son preciosos.
Dos instantáneas de mi visita al colegio Santa Elena
También viajé a Bogotá y visité el Liceo Francés donde también dialogué con los chicos acerca de mi obra y sobre la esclavitud (tema de mi novela "La leyenda de Taita Osongo" -publicada en Francia, México, Brasil, Cuba y Argentina) ya que esa cuestión está en el programa y este año algunas clases van a visitar el Palenque San Basilio, uno de los raros lugares de América Latina donde se conversa un legado materaial y cultural de los asentamientos de cimarrones. También hice un taller sobre la escritura de diarios de viajes y otro sobre la utilización de la literatura infantil en la escuela (éste para profesores).
Durante mi viaje también salté a Bogotá para hacer unos talleres y encuentros con los chicos del liceo francés de la capital. |
martes, 13 de agosto de 2013
un cuento para el verano: El viejito Undiente
EL VIEJITO UNDIENTE
a Fernando Lobato Rey
El viejito Undiente es abuelo de todos los niños de País Leído. Al principio tuvo de nieto al hijo de su hijo, como todo el mundo, pero después de que este niño (Ertico se llama) le contó a sus amiguitos las cosas maravillosas de su abuelo, todos los amiguitos quisieron ser nietos de Undiente, y después los amiguitos de los amiguitos, y a continuación los amiguitos de los amiguitos de los amiguitos... Hasta que todos los niños de País Leído fueron nietos del viejito Undiente.
“Pero...”, dirán las personas
sensatas, “¿Qué puede haber de maravilloso en un sujeto que ni siquiera dispone
de una buena dentadura postiza? Porque eso de andar un viejazo con un solo
diente, como si fuera un bebito...”
A lo mejor tú piensas, como yo, que el valor de una
persona no está en la cantidad de dientes, de pelo, de juguetes o zapatos que
tenga. Pero el colmo es que el diente de Undiente no es ni siquiera SU diente.
La dentadura entera la perdió comiendo maíz tostado,
y ese cuadradito blanco que luce solitario en su sonrisa es uno que le consigue
su amigo el ratón Bueno.
Cada noche, el bendito roedor sale a recorrer las
casas donde hay niños en edad de perder sus dientes de leche, para
cambiárselos, con la Magia de la Almohada, por un centavo reluciente.
El problema es que ya los niños no esconden sus
dientes de leche. Porque nadie les habla de la Magia de la Almohada, porque no
creen en el ratón Bueno, o simplemente porque nadie aprecia hoy los centavos,
por relucientes que sean.
Por eso el viejito, que antes podía lucir treinta y
dos cuadraditos blancos, ahora sólo lleva en la boca un diente de leche.
Y eso gracias a que todavía, de vez en cuando, uno
que otro niño de País Leído guarda dientes bajo la almohada, en espera del
ratón Bueno.
Un centavo es poca cosa. No sirve para comprar una
dentadura postiza, dos pares de zapatos, tres montones de juguetes o para abrir
una cuenta en el banco más chiquito.
Pero un centavo basta para conseguir el pedacito de
felicidad con que el viejito Undiente les sonríe a los niños de País Leído.
(La Habana, 1987)
Tomado de “Sopa de sol y otros
juegos de la imaginación”. Buenos Aires. Editorial Tinta Fresca, 2011
http://cuentosdelmagodelcuento.blogspot.fr/p/sopa-de-sol.html
martes, 11 de junio de 2013
Eso dicen los gorriones
Ilustración de la portadilla de mi primera novela (comenzada con 12 años) "Acción en el arenal", cuyo ejemplar conservo preciosamente |
Poeta al fin, lo
mató un lirio
Puesto que la nieve siempre cae en copos, siempre que nieva, nieva
copiosamente. ¿O no?
Hay proyectos que fracasan faltos de medios, y es una pena. Hay proyectos
que fracasan faltos de fines, y es una suerte.
Dios creó al
hombre... y murió de parto
Yo si no sueño, me aburro de noche. Solo duermo porque sé que voy a soñar mucho. Y si no
sueño me despierto.
Yo duermo para soñar.
Nuestra
gallina no siempre ponía huevos. A veces mandarinas, papas o mamoncillos. Una vez puso un par de dados
(traía los circulitos negros de los números, pero eran bastante redondos) y una
vez hasta una manzana sonrosada. Recuerdo muy bien la pelota de golf. Tardamos
años en saber lo que era.
Yo invento de
memoria
Hay filmes
con defectos especiales
Leo en el
diccionario (una página abierta por casualidad):
BODE (Johan Elert), astrónomo alemán
(Hamburgo, 1747-Berlín, 1826). Se le debe la ley empírica que lleva su nombre,
según la cual si se le suma 4 a cada uno de los números 0, 3, 6, 12, 24, 48,
96, 192, se obtiene una serie de números sensiblemente proporcionales a las
distancias que separan los planetas del Sol.
Y no lo escribió Borges.
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mi primera máquina (1975-1979)
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.
traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros
Datos personales
- Joel Franz Rosell
- Auteur et illustrateur pour la jeunesse, né à Cuba et naturalisé Français: Auteur de 38 livres